El mero hecho de tener la obligación de cuadricular, encasillar y limitar el arte es un tanto incoherente. No se puede hacer efectivo en verdad. Una actividad tan práctica, subjetiva, personal y mental no es fácilmente clasificable.
La orientación y definición de los conceptos y actividades principales y necesarias para la asignatura, es correcta. El temario, tanto teórico como práctico, es útil, coherente, descriptivo acerca de las actividades a realizar y las metodologías a seguir.
En cambio, las competencias específicas y generales, resultan un poco confusas en y cierto modo innecesarias. Por lo que he podido observar, son básicamente muy similares en todas las asignaturas, tomando un ejemplo común y adaptándolo a las competencias puntuales de cada una. Acaban siendo una repetición superflua e innecesaria de descripciones científicas, objetivas y detalladas de aprendizaje, modos y pensamientos que debe experimentar y aprender el alumno a lo largo de la asignatura. Francamente, se antoja irreal. Tanto como si un grupo de catedráticos de la Real Academia Española se hubieran entretenido en sus ratos libres en intentar clasificar el arte con los mas complejos, enrevesados y retorcidos términos, sin tener apenas idea de lo que es un sentimiento. Este apartado es frío y conciso, como si se pudiera medir el nivel de perseverancia de un ser humano, basándose en una idea exterior e incompleta de él, desconociendo todas las circunstancias externas a la interacción.
Cada persona es diferente, en todos los aspectos posibles, e incomparable a otro si se quiere evaluar objetivamente. El modo de expresión, método, aptitudes, aplicación, comprensión, asimilación... son completamente diferentes, e imposibles de comparar en un nivel que no se implique subjetivamente de algun modo con el sujeto de evaluación.
Así pues, el objetivo real de los alumnos es transmitir, de cualquier modo al evaluador, que ha interiorizado la enseñanza, que se han experimentado y aprendido los conceptos, que se ha crecido mentalmente, y que ha sido provechosa la experiencia.
Realmente a mi modo de ver, una guía docente realizada a este modo, inadaptada en la práctica a una enseñanza artística real, es una mera formalidad. No se puede escribir un sentimiento real, no se puede pretender describir el aprendizaje interior de una vida de arte, de una experiencia propia y única en cada persona.
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